Son las ruedas delanteras las que, por lo general, antes se desgastan ya que soportan el peso del motor, la dirección y la tracción en la mayoría de coches. Cuando llega este punto, surge la duda de dónde montar ruedas nuevas: si en el eje delantero o en el trasero. Pues bien, las ruedas en mejor estado deben ir montadas siempre en el eje trasero, con independencia de si el coche es de tracción delantera o trasera.
Es siempre la mejor opción, la más segura y la más razonable. Por una parte, asegura neutralizar en gran medida el riesgo de aquaplaning, pues un motor en el vano delantero hace que el eje tenga más peso, empujándolo contra el asfalto. De hacerlo al revés, unos neumáticos con menor dibujo serán más propensos a flotar, lo que hará que el vehículo sea más inestable y peligroso, sobre todo en situaciones como una franada, cuando por inercia el eje posterior ahueca.
De hecho, suele ser muy común opinar que lo mejor es instalar el neumático nuevo, o el que tiene menos desgaste, en el eje delantero. Las razones que se esgrimen son, entre otras, que, sobre todo ahora que se aproxima el invierno y las heladas, así conseguimos un mejor agarre en condiciones de mojado y que podemos controlar mejor el coche si las ruedas directrices son las más nuevas.
Y aunque sea un razonamiento común, no es correcto por una cuestión de reparto de pesos en el coche. Todos los coches, o al menos un porcentaje elevadísimo, soportan mucho más peso en el eje delantero que en el eje trasero (por el motor). Esto implica dos cosas, principalmente: los neumáticos del eje delantero se desgastan más rápido, y que ese mayor peso soportado contribuye a una mejor adherencia general, tal y como informan desde el Blog de Mapfre.
Los neumáticos del eje delantero se desgastan más rápido, y que ese mayor peso soportado contribuye a una mejor adherencia general
Asimismo, si calzamos neumáticos desgastados (o más desgastados que los delanteros) en el eje trasero, estaremos en clara desventaja y en situación de riesgo si se produce alguno de estos tres fenómenos:
-Si tenemos sobreviraje, a menos que estemos acostumbrados a neutralizarlo nos podemos ver en apuros. Este es uno de los argumentos que más se esgrimen por parte de muchos conductores, pero a la hora de la verdad hay que tener los reflejos y la técnica suficiente como para salir airosos de un sobreviraje repentino. El riesgo de sobreviraje aumenta cuanto más desgastado está el neumático.
-El aquaplaning se da primero en las ruedas traseras porque tienen menos capacidad de adherencia, y sobre todo podemos notar esto en una curva. El aquaplaning sucede antes cuanto más desgastada esté la banda de rodadura de un neumático.
-Un reventón, aunque no es frecuente hoy en día, es más probable cuanto más gastado esté un neumático. El efecto del reventón puede ser similar a un sobreviraje repentino y es difícil de controlar por su aparición inesperada.